Primera estrategia: si en este momento tiene o planea poner en venta una
casa o apartamento y sus potenciales compradores no son allegados de absoluta
confianza, lo mejor es que busque la intermediación de un corredor o agencia
inmobiliaria acreditada.
Así no se expone a un fraude, un
robo o, en el mejor de los casos, cerrar negocio después de mucho tiempo y por
menos de lo que realmente vale su propiedad.
La práctica común de buscar
referidos con el portero, un vecino o poniendo anuncios espontáneos en redes
sociales es abrir la puerta para dilatar la compra, perder tiempo o que
inescrupulosos lo puedan “tumbar” o que se embarque en líos jurídicos.
Por eso es mejor asumir una
comisión legal, sobre el valor de la propiedad, de 3 por ciento (más IVA de 16
por ciento), lo que cobra un intermediario formal, pero conocedor del mercado.
Y no solo buscará y verifica condiciones del comprador idóneo, sino que le
acompañará en trámites antes, durante y
después de cerrar negocio.
“Un error en un apellido, en la
nomenclatura, en el área de la propiedad o que no esté bien registrado el
inmueble, falta de actualización catastral, así por el estilo son muchos
detalles en los trámites que la gente puede desconocer y que el acompañamiento
ayuda a resolver a tiempo y evitarse problemas posteriores”, advierte Ana María
Álvarez, gerente de Ventas y Proyectos de la inmobiliaria Alberto Álvarez.
Segunda estrategia: muchos avisos de “se vende” espantan a los
compradores, sean genéricos o de distintas inmobiliarias. La primera percepción
del potencial cliente es que usted está desesperado por vender, que “debe ser
un hueso” o que vale menos de lo que está pidiendo.
Para no empapelar la propiedad, La
Lonja de Medellín y Antioquia implementó un sistema de lista múltiple (MLS, por
sus siglas en inglés) en que la vivienda puesta en consignación en uno de 33
inmobiliarias, ingresa a un software para comercializarla conjuntamente con las
otras 32.
Aunque la alta informalidad en las
transacciones locales impide determinar cuánto es el tiempo promedio para la
venta de una vivienda usada, canales como el MLS, los sitios web, redes
sociales, revistas, clasificados que emplean las inmobiliarias han abreviado el
proceso.
“Hace 10 años un inmueble
atractivo y con buen prospecto a una persona natural lo podía vender entre dos
y cinco meses, y a una agencia entre uno y cuatro, pero ahora con la
efectividad y experiencia de los inmobiliarios puede ser cuestión hasta de dos
días”, señala Federico Salazar, director de Mercadeo y Tecnología de El Dandy
Inmobiliaria.
Tercera estrategia: el precio del inmueble no se pone a ojo ni a partir
del valor por metro cuadrado de otro cercano que se vendió hace poco. Cada
propiedad tiene sus particularidades. Lo más acertado es hacer un avalúo con un
profesional inscrito en el Registro Nacional de Avaluadores (RNA), servicio que
también lo ofrecen el corredor o la agencia intermediaria.
Y cuarta estrategia: que su propiedad, ofrezca la mejor cara al comprador.
Unos cuantos retoques pueden significar varios millones más en la venta.
“Lo mínimo es una capa de pintura
blanca, sin colorines. A un inmueble viejo lo rejuvenece una cocina o baño remodelados,
igual que un piso, no es lo mismo una baldosa rústica que un porcelanato”,
señala Lina María González, directora Comercial de La Lonja.
Cada quien tiene un concepto de
limpieza, pero una casa o apartamento vacíos que no se asee periódicamente, huela
mal o se haya convertido en bodega de chécheres deja mala impresión.
Igual pasa cuando está ocupado por
el propietario o terceros: una cocina sucia, un baño sin higiene, una mala
presentación del residente pueden dar al traste con un buen acuerdo y exponerse
entrar a la temida categoría de las viviendas del cariño verdadero, como dice
la canción: ni se compra ni se vende.
Tomado de eluniversal.com.co